13.5.08

SERÁ AMOR?...

Ahí abajito les puse el video, pa' que se ambienten....

PECADO
Carlos Román Cárdenas

Yo creo que es deseo. Definitivamente. Eso que me despierta a veces por las noches y no me deja dormir. Esa inquietud… ésa calma tensa. Ésa resignación de no tenerte. De saber que no podré tenerte nunca. No puede ser amor. El amor te hace sufrir, te hace sentir una presión en el pecho. Yo siento la presión en otra parte. Como una onda de calor. Un calor que no se quita. Que te consume a fuego lento. Que te mantiene en piloto automático; y que en plena oscuridad te hace imaginar sombras, pliegues, sabores. Tus sombras, tus pliegues, tu sabor. Hace calor. Por entre la persiana alcanzo a ver un cacho de luna. ¿Qué estarás haciendo ahorita? Ahí en tu habitación, solita. ¿Te ganará el deseo como a mí? ¿Correrás la mano por entre tus piernas sintiendo la humedad? ¿Pretendiendo sentirla ajena? ¿Imaginando que pertenece al amante ausente? Y yo aquí, también solo. Aplacando mí ansiedad… soñando con haberte conocido de otra forma, en otras circunstancias… en haber sido el imbécil aquel que te robó el corazón… pensándote en mil posiciones diferentes…

Te veo venir con ése paso apurado tan característico en ti. Apenas te veo por la ventana y por mi mente ya corre una escena de “El rey del barrio”, ¿o de “El Revoltoso”?... no me acuerdo bien. Es aquella en donde Tin Tán le canta a Silvia Pinal, afuera de su cuarto de vecindad. Pecado, es la canción. Sólo que en mi cerebro escucho la versión de Caetano Veloso. Ya sé, vaya combinación.
Entras y nos saludas a todos con un beso en el cachete. –“Yo no sé si es prohibido… si no tiene perdón…”- Retiras una silla del comedor y te sientas en ella. –“… Si me lleva al abismo…”- Vienes cansada. Sudada. Me gustas igual. -“…Solo sé que es amor.”- Nos cuentas de tu día. De lo cansada que estás. –“Yo no se…”-. Mueves tus labios apresuradamente, pero yo no escucho lo que dices. –“… si este amor es pecado, que tiene castigo…”-. Sólo puedo imaginar tu boca haciendo toda suerte de obscenidades; por no decir mamándomela, porque se oye muy feo. –“…si es faltar a las leyes honradas, del hombre y de Dios.”-. Te digo que no es amor. Si te amara no sería tan vulgar en mis pensamientos. –“Solo se, que me aturde la vida… como un torbellino…”-. No trataría de adivinar la caída de tus senos desnudos, ni la sensación de tener sus pezones entre mis labios ansiosos. De morderlos. –“Que me arrastra… me arrastra a tus brazos, en ciega pasión.”-. De saborearlos, sintiendo la combinación de tu sudor y mi saliva. Tú sigues hablando. –“Es más fuerte que yo…”-. Yo sigo sin escuchar. –“…que mi vida, mi credo, y mi silo.”-. Voy mas abajo, paso por tu vientre y contemplo tu ombligo, le guiño un ojo y él sonríe. -“…es más fuerte que todo el respeto…”-. Por fin llego. Me recuesto sobre el vello y no sé por qué, pero me dan ganas de llorar. Respiro su aliento salado y mi lengua cobra vida. Viaje de ida y vuelta. Provocador de todo un festín de movimientos involuntarios. –“…y el temor de Dios…”-. Te miro y en tus comisuras se asoma un hilo de saliva. Te beso. –“Aunque sea pecado, te quiero… te quiero lo mismo…”-. Te montas. Te pido que me des la espalda. –“… y aunque todo me niegue el derecho, me aferro a este amor…”. El sudor baja por tu espalda y se pierde entre tus nalgas; en el trance de su rebote sísmico. 8.5 escala de Richter. Aquí no hay letra. Sigue un solo venenoso de cuerdas… tiririiiirirí, etc. Sigue el movimiento. Pausado. Rápido. Acoplados perfectamente. –“…Es más fuerte que yo… que mi vida, mi credo y mi silo…”-. Aumenta la tensión. –“… es más fuerte que todo el respeto, y el temor de Dios…”-. Final del encuentro con desenlace pirotécnico, seguido de un relajamiento sensiblero. –“Aunque sea pecado, te quiero… te quiero lo mismo”-. ¿Qué me pasa? Otra vez me dan ganas de llorar. Soy una vieja. Prefiero voltearme para que no me veas. –“… y aunque todo me niegue el derecho, me aferro a este amor”-. Fin del alucine.

Ni se cuanto tiempo ha pasado. Te despides y te vas. Apurada, siempre con tu paso rápido. Como si estuvieras siempre tratando de alcanzar algo. De alcanzar a la jovencita que se perdió hace ya tanto tiempo entre la mediocridad y los sueños. De alcanzarte. Y yo me quedo igual. Deseando ser otra persona; el que te quite el sueño e ilumine tu sonrisa, tus noches. Rogando por haber nacido a miles de kilómetros de aquí, sin rastro alguno de sangre de por medio. Soñando otra vez con ser el que provoque tus espasmos.
¿Será amor? Yo creo que no.


1 comentario:

Anónimo dijo...

me gusto y la kancion enkaja a la perfexion kon el kuento