7.5.08

MONA


REAL DOLL
Carlos Román Cárdenas

Esto es pa' ti Wendy, en donde quiera que estés.

Hoy por fin cobré vida. Mi padre me ha dado el visto bueno y hasta me ha dado un beso en la frente. Se ve que esta muy orgulloso. Sus asistentes me visten con ropa sexy y entre ellas comentan lo bien que me veo. Hacen bromas sobre mis senos y los tocan; sé que en el fondo me tienen envidia. No me he visto al espejo, pero por lo que dicen, puedo adivinar que soy realmente hermosa. Hoy será una de las últimas noches que duerma sola. Puedo sentirlo. Las luces se apagan. Tengo sueño.

Esta mañana me han despertado muy temprano. Estoy formada junto a algunas de mis compañeras. Todas igual de bonitas que yo. Una a una nos van acomodando dentro de una caja de madera, una argolla de plástico suave nos sujeta del cuello. Clavan una tapa al frente y ya no puedo ver nada. Tengo miedo; no me gusta la oscuridad. Oigo ruidos, siento que algo se mueve. Ya quiero que todo esto termine.

Han pasado varios días de mucho ajetreo. Creo que el momento se acerca. Oigo voces del otro lado, ya no siento movimiento. Siento un sobresalto, los clavos de la tapa salen uno a uno, se abre una pequeña rendija y un rayo de luz me ciega. Alcanzo a distinguir una silueta, la tapa se abre por completo, no puedo ver nada.
Me ha tomado de los brazos y me ha sentado en un sillón. Mis ojos se han acostumbrado a la luz, ¡por fin lo puedo ver!... es justo como lo imaginaba… que curioso, es como si lo conociera desde hace mucho tiempo… él se ha arrodillado ante mi y me ha desnudado por completo… me contempla durante varios minutos, me revisa, me toca… abre mis piernas y sonríe satisfecho. Se levanta y pone música lenta; abre una botella de vino… me sirve una copa, pero yo no tomo… se sienta a mi lado, me dice cosas al oído… siento calor… me acaricia, juega con mis senos… me acuesta y me hace el amor apasionadamente… siento su calor dentro de mi… sin duda, los mejores tres minutos de mi corta vida... ya siento que lo amo… es oficial, vamos a ser muy felices.

Hoy lo estuve observando bien. Se levantó temprano y puso café. Se ve un poco cansado, parece que no pudo dormir bien. No es muy guapo pero no importa. Yo ya empiezo a quererle. Sin duda, esta fuera de forma. Tiene una enorme panza y su cabello se ha dado a la fuga. Debe andar cerca de los cuarenta. Lee el periódico en silencio, apenas si me ha regalado una leve mirada. Nada parecido a la desbordante pasión de anoche.
Tocan a la puerta y se levanta apurado, viene hacia mí. Pienso que me va a besar, pero en vez de eso, me carga y me lleva a un armario, me avienta dentro y cierra las puertas. Alcanzo a escuchar la voz de una mujer mayor. Debe ser su mamá; mi suegra… jeje, que chistoso se oye eso. Oigo que discuten, ella se marcha, y yo me quedo aquí hasta ya entrada la tarde. Viene por mí; el departamento huele muy bien. Nos damos un largo baño en la tina, salimos y nos vestimos para la ocasión. Me ha comprado un hermoso vestido rojo que combina con mi color de piel. Debajo, sólo me viste con una pequeña tanga de encaje. Él se viste de camisa y corbata. Nos sentamos a la mesa, de fondo escuchamos una música muy bonita, aunque un poco triste. Brindamos por nosotros, luego me cuenta sobre su vida, sobre lo feliz que lo hace el que yo haya llegado. Es imposible no conmoverse con sus palabras, sabe que yo le correspondo.
Ya casi es medianoche; parece que se le han pasado las copas. Canta con mucho sentimiento canciones de desamor y soledad. Termina con la botella, creo que es mi turno. Me alza en brazos y me lleva a la recámara. Me arranca el vestido, me avienta sobre la cama y maldice; apenas se puede sostener de pie. Se quita la ropa, me abre de piernas e intenta penetrarme. No puede. Parece que ha bebido demasiado. Me jala de los cabellos y acerca su sexo a mi boca. Está flácido, como muerto. Por más que hago mi mejor intento, no logro excitarlo. Se pone violento, me golpea, me tira al suelo. Se va a seguir tomando; regresa ya casi amaneciendo. Me levanta y me acuesta delicadamente, se abraza a mi, casi no entiendo lo que dice, pero por sus lágrimas sé que esta arrepentido. Después de un rato, se queda dormido… estoy muy confundida… ¿habré hecho algo mal?... nunca me advirtieron sobre esto.

Creo que hoy será un buen día. Nos hemos levantado casi al mediodía y él me ha hecho el amor amorosamente. Me lleva al baño y me lava con cuidado, él se baña también. Salimos a su habitación y me sienta envuelta en una toalla. Me viste con la camiseta de su equipo favorito y nos vamos a ver la televisión. De vez en cuando grita y manotea, también celebramos con besos y caricias. Al parecer, ganamos. Me gusta que esté feliz. Yo creo que hemos visto como tres juegos seguidos, más las repeticiones y resúmenes. Ya es de noche y se ve cansado. Nos vamos a dormir. Esta vez no hay sexo ni violencia, sólo dormir… juntos, abrazados.

Entre semana casi no nos hemos visto, supongo que su trabajo debe ser muy demandante. En las noches llega muy cansado, y la poca energía que le queda, la gasta sentado frente a su computadora. Afanando, buscando. Creo que no ha tenido mucha suerte. Sólo el martes me ha tomado, fue un encuentro casual, casi furtivo. Mis días no son muy diferentes. Casi todo el día me lo paso frente al televisor; ojalá y pudiera encenderlo. De reojo leo los periódicos de la semana que se van acumulando en el sofá. Lo días transcurren lentos sin su compañía. Hace frío.

Por fin es viernes. Lo sé porque hoy anda de buen humor, me ha dicho al oído que hoy estaremos juntos y me ha besado tiernamente los labios; yo le respondo con un mordisco juguetón, cómplice. Todavía no oscurece y él ya está en la casa. Pone música y limpia el departamento; pasa la aspiradora, sacude los muebles, lava su ropa. Eso de ser ama de casa no se ve tan mal a simple vista, quisiera poder ayudar; pero bueno, yo estoy aquí para otras tareas. Ya es de noche y él apenas va terminando sus quehaceres. Ojalá y haya guardado energías para mi. Abre una cerveza y se sienta a mi lado, me abraza, siento su camiseta empapada de sudor. Descansa un rato y nos vamos a bañar juntos. El agua tibia se siente muy bien. Salimos a su recámara y me cuenta que tiene una sorpresa para mí. De una bolsa saca un uniforme de colegiala. La clásica falda de cuadritos y la blusa blanca, muy blanca. Estoy lista. Yo seré su alumna y él será mi profesor. ¡Castígueme! ¡He sido una niña mala!
Ha sido una noche muy loca. El uniforme le ha excitado mucho; ya perdí la cuenta pero siento como si hubiéramos hecho el amor unas cinco veces, cuando menos. Estamos agotados, acostados uno al lado del otro, desnudos, satisfechos… felices.

Hoy muy temprano ha sonado el teléfono, al parecer la llamada lo ha puesto de mal humor. Se levanta y se mete a bañar. Esta vez sin mí. Yo sigo acostada en la cama, desnuda y toda pegajosa. Sale del baño, se viste rápido: un pantalón de mezclilla y una camisa polo celeste, igualita a las que usaba mi papá, pero con el cocodrilo medio chueco.
Me carga, esta vez no con mucho cuidado. Otra vez el armario. A las dos horas más o menos, llega mi suegra. Hoy viene de buenas al parecer. Va a la cocina y prepara el almuerzo. Se sientan a la mesa y platican animadamente, yo trato de ver por una rendija, pierdo un poco el equilibrio y sin querer tiro unas cajas. Ella se sobresalta y él se pone nervioso. Se nota que no sabe mentir. Ella le pregunta si esconde algo, y él no atina a contestar. Ella viene hacia mi, él ni hace por detenerla, creo que en el fondo quiere que nos conozcamos, ¡que bárbaro! Y yo toda encuerada...

Todo pasó muy rápido. El pobre ni pudo decir palabra. Esta sentado en el suelo, sollozando. Parece un niño. Su mamá se ha ido hace rato ya. Antes, le ha dicho cosas muy feas: que si es un pervertido, un degenerado. Siento que su familia nunca me va a aceptar.
Ni siquiera comió. Se ha pasado todo el día pensativo, triste. Más tarde ha llegado su hermano; se ve menor que él. Llegó acompañado de unas cervezas frías. Las guarda en el refrigerador y trata de romper el hielo con chistes. Pero a mi amado nada lo anima. Su hermano le cuenta de la preocupación de su mamá, de lo raro que debió haber sido la escena, que tratara de comprenderla, que a final de cuentas era su madre y era normal que se mortificara. Ya en un tono más ligero le preguntó por mi. –“Bueno… a todo esto, ¿en dónde esta la susodicha?”-. Dijo el muy estúpido. Me cayó tan mal. Y aquél que ni fue para defenderme. Nomás señaló el armario sin decir palabra. El “susodicho” vino y abrió las puertas de golpe. Al verme, se quedó sin habla. Volteó a ver a su hermano y le dijo que yo estaba buenísima, que le cambiaba a su esposa por mí. Las ocurrencias de mi cuñado hicieron que los dos soltaran la carcajada. Mi amor se levantó y fue por unas cervezas, se sentaron a platicar durante un buen rato y le contó todo sobre mí.
La verdad, debo confesar que me sentí halagada por las palabras de mi cuñado. Ya tarde se despidieron con un abrazo. Ya no alcancé a escuchar muy bien, pero al parecer quedó de venir mañana a cenar. Por un momento pensé que todo había vuelto a la normalidad pero él se pasó de largo, sólo me lanzó una mirada lastimosa… yo dormí sola en el armario. Otra vez.

Ha sido la peor noche de mi vida. Una noche larga y fría. No he podido dormir y el frío se me clava como ráfagas punzantes. Ya es de día, él se levantó temprano. Hoy es el día en que nos pasamos toda la tarde frente a la televisión viendo los partidos. Al menos, eso me da la esperanza de que pasaremos el día juntos, dándonos cariñitos y arrumacos. No debe tardar en venir por mí; que bueno, ya me hace falta un buen baño.
Que raro, ya casi es mediodía y ni siquiera ha venido a ver cómo amanecí. El partido ya esta en la televisión, pero él sólo lo mira a ratos. Se ha pasado media mañana limpiando y al parecer ahora prepara algo de comer. El ruido de la televisión no me deja escuchar, quisiera saber como está, si amaneció de mal humor… si está enojado conmigo. Pasa por el armario y apenas alcanzo a verlo; sin embargo, puedo notar que anda bien bañado y muy perfumado. Debe estar preparando nuestra tarde especial. No puedo esperar… estoy ansiosa… de un momento a otro va a venir por mi y me va a llevar a la bañera… estará llena con agua calientita y jabón de burbujas… me bañara delicadamente, me lavara el cabello con él champú de mentol que él usa, me sacará y me acostará sobre la toalla que previamente habrá puesto sobre la cama… secará toda mi piel y pondrá especial cuidado en ésos orificios que tanto disfruta… lo más seguro es que, por ser domingo, me vista con la camiseta de su equipo y veamos el resumen deportivo… él pedirá una pizza y al caer la tarde, nos amaremos lentamente, sin prisas.

Todo se ha ido a la mierda. No hubo ni baño, ni tele, ni nada. Yo sigo aquí toda hedionda y el infeliz se lo ha estado pasando de lo lindo con su hermano, su cuñada y una gorda que trajeron con ellos. Hasta les ha preparado la cena él mismo. Ya es casi media noche y ni señas de que quieran irse. Han estado riendo a carcajadas y por sus voces es obvio que ya andan medio borrachos.
Por fin se han largado. A estas alturas, me conformo con un rapidín… con tal de que me mire… aunque sea un ratito… nada, ni eso… ni siquiera ha venido a ver como estoy… ha apagado todas las luces y se ha ido a dormir… esta será otra noche larga… muy larga.

Desgraciado. Ya llevo varios días aquí encerrada. Siento como si se avergonzara de mí. Todas las tardes llega y lo primero que hace es sentarse frente a su computadora. Ahí se pasa las horas, riendo, escuchando música lenta. Luego toma el teléfono y habla otro buen rato. Hoy por fin se ha acordado de mí. Ha venido y me ha llevado al baño. No ha sido nada cariñoso; me ha lavado con agua fría y un estropajo. Ya estando ahí se ha excitado y me ha tomado con violencia, como si me odiara. Creo que hasta se me desprendió un poco de cabello… me duele… siento como una presión en el pecho… esta vez no hubo burbujas ni agua caliente… de vuelta al armario.

Ya ni siento frío. Sigo viendo a través de la rendija como pasan los días, sus días. El miércoles pasado llegó muy noche y de muy buen humor. Ha cambiado mucho en estas semanas, le ha cambiado el semblante, se ve rejuvenecido. Hasta el departamento se ve mas iluminado, mejor. Ojalá y pudiera asegurar que yo soy la causa de su alegría. Pasan los días y mientras él se regenera, se reinventa; yo me deterioro y envejezco…

Es el colmo, hoy la ha traído a casa, ¡a nuestra casa! ¿Lo pueden creer? Yo no se que le ve, la verdad. Esta gorda, tiene una cara vulgar y además se ve mayor que él. Que asco… se la han pasado viendo la tele y tragando botanas… ahora comprendo, por eso está como está… se la ha de pasar tragando todo el día la estúpida… mírala, mastica con la boca abierta y escupe cuando habla… y que risa… parece una hiena de documental barato… y él… ahora si anda muy risueño el muy idiota… yo no se de que se ríen tanto, si dicen puras tonterías… ahora están tomando vino… que finos me salieron… de seguro la naca nunca lo había probado… hasta caras le hace… tocan a la puerta y traen mas comida… ¡qué bárbaros!... siguen aplastados en el sillón… ahora escuchan música… mi gordo… ¡¿Qué digo mi gordo?!, ¡el estúpido ése!... bueno, él… le tiende la mano y la saca a bailar… ella se niega alegando que no sabe, pero él insiste… se abrazan y se mecen lentamente… es increíble, tengo que reconocerlo… en donde antes vi sólo intercambio de comida y chistes malos, ahora veo concentrada toda la gracia del mundo… se miran como reconociéndose… como si hubieran esperado toda la vida para vivir este momento… unen sus labios y se tiran sobre el sillón… se quitan la ropa despacito… dejan al descubierto sus defectos, su flacidez… su perfección. Ella se levanta y él la contempla embelesado… se toman de la mano y se dirigen a la habitación… confundo sus gemidos con mis sollozos… siento algo raro en el ojo… como un piquete…

Me he pasado toda la noche en vela… ellos se han dormido ya casi amaneciendo… el gorgoreo de la cafetera y sus risas llenan la mañana… que raro, a pesar de la mala noche que he pasado, se siente un calorcito agradable… vienen a la sala y encienden la televisión, se acurrucan… otra vez la presión en mi pecho…
Ya es pasado el mediodía y han salido. Apenas me dispongo a rumiar mis penas cuando él regresa. Viene directamente al armario, abre las puertas y saca una caja. Antes de irse, algo en mi atrae su atención. Me carga bruscamente y me sienta en el sillón. Va y enciende la luz, regresa y acerca su rostro al mío. Noto en su mirada una mezcla de asombro y enojo. Toma una servilleta y la pasa por uno de mis ojos. Una sustancia viscosa y transparente forma un hilillo, y una gota del mismo líquido cae sobre mis senos. No se que hacer, siento que me culpa, pero no se de qué. Toma el teléfono y marca un número. De uno de los cajones saca unos papeles; en uno de ellos viene la foto de una de mis compañeras. Espera durante algunos minutos y luego discute con la persona que se encuentra al otro lado del teléfono. Le reclama algo; que si salí defectuosa, que si tengo un agujero en el ojo por el cual me estoy vaciando, y no se que tantas cosas más. Cuelga enojado y se queda ahí quieto, pensando. Yo me quedo a la expectativa de sus movimientos. Se levanta, me vuelve a guardar y se larga. Me siento mal… el líquido sigue brotando.

Han pasado no se cuantos días. No quiero pensar que pasaré el resto de mi vida encerrada en este maldito armario. Ella sigue viniendo con regularidad y ya hasta se siente la dueña de la casa. Le insiste en que lo mejor para los dos es que vivan juntos. Él no se muestra muy convencido pero sé que va a ceder. Pasan los fines de semana aquí en el departamento. A veces salen y llegan ya muy noche, se van directamente a la recámara y dan rienda suelta a sus pasiones. Yo quisiera poder taparme los oídos para no escuchar el concierto de gritos y el rechinido… el maldito rechinido del colchón.

Hoy llegó más temprano que de costumbre. Para mi sorpresa ha venido por mí. Me ha sacado y me ha llevado a la tina. Agua calientita y baño de burbujas… creo que es el momento de la reconciliación… enjabona con delicadeza cada rincón de mi cuerpo y hasta me ha echado champú en el cabello… él anda muy rasuradito… siento su calor y hasta ése olorcito agrio de su sudor me parece atractivo… me saca y me acuesta sobre la cama… abre uno de los cajones y toma un juego de lencería… el mismo que traía cuando llegué… que tierno, seguramente quiere recordar nuestra primera vez… me viste, me sienta, me cepilla el cabello… lo acomoda de manera que no se note mucho el mechón que me falta… nos vamos a la sala… debe ser sábado o domingo… seguramente veremos algún partido de fútbol, luego escucharemos música y haremos el amor como a él le gusta… fuerte o delicado, no importa… yo estoy aquí para complacerlo… voy en sus brazos y me siento feliz… feliz de ser su mujer… estamos de regreso mi amor.

No me he podido recuperar de la impresión. Lo que pensé iba a ser una noche de pasión ha sido en realidad una total decepción. Hemos llegado a la sala y ahí, justo en medio de la habitación esta la misma caja de madera en la que llegué. Todo esta en su lugar: el asiento, las argollas para sujetarme, todo; incluso el folleto en donde vienen varias fotos mías. Me acomoda bien y me amarra con firmeza, como para asegurarse que no pueda escapar. Me arrastra con todo y caja hacia un costado del pasillo y me cubre con la tapa sin clavarla. Pasan unas horas, oigo voces que se dirigen hacia mi. Destapa la caja y quedo expuesta ante los ojos de unos desconocidos. Son dos jóvenes, ninguno de los dos pasa de los veintidós años. Me miran y sonríen. Uno de ellos me toca, pasa su mano por mis senos, se detiene en mis pezones y los pellizca, asiente. Comienzan a hablar de precios y a regatear. Él los acompaña a la puerta y me dice que ya vendrá alguien que si sepa apreciarme… como quisiera que ése alguien fuera él… si por mi fuera, me quedaría por siempre a su lado.

Ha venido a verme todo tipo de gente. Desde adolescentes, hasta señores ya mayores. Nadie se ha animado. Yo por mi parte, estoy resignada a irme de aquí. Sé que es sólo cuestión de tiempo para que me vaya para siempre. Y así de golpe, no nos volveremos a ver nunca… ya no habrá tardes de domingo frente a la televisión ni baños calientitos en la tina. Ya quiero que todo termine… ya no quiero estar triste.

Hoy ha venido una pareja. El señor debe tener unos cincuenta años y ella debe andar por los cuarenta; es medio llenita y tiene una mirada pícara. Ya llevan muchos años de casados, según alcancé a escuchar. Vienen a verme porque quieren agregarle un poco de chispa a su relación, dijo ella sin empacho. Su marido se apenó un poco y quiso cambiar la conversación preguntando por mi precio. Ella se acercó. Tanto, que pude sentir su calor. Un calor distinto, suave, familiar. Su mano acarició mi rostro y fue a dar a mi maltrecho cabello. –“Pobrecita… no te preocupes, yo te voy a tratar bien”- sus palabras sonaron sinceras. Bajó su mano y acarició delicadamente mis senos. Confieso que me gustó. Él nunca me había tocado así, ni siquiera en su versión mas cariñosa. –“Perfecto, mañana venimos por ella”- dijo el señor satisfecho. Ella lo abrazó y lo besó. Se fueron tomados de la mano, seguros de haber encontrado lo que buscaban.
Él regresó sonriente, aliviado. No soy tonta, se lo que siente. Su rechazo es evidente, a ultimas semanas no he sido mas que una carga penosa para él. Estoy consciente del stress que le causa mi presencia; me he covertido en un fantasma, en el recordatorio constante de lo patética que era su vida antes de mi llegada, en la culpa libidinosa que se esconde en el armario. Tiene miedo. Miedo a ser descubierto y a quedar expuesto al juicio implacable de la gente. Miedo a perder la esperanza. En fin, ya no me importa… ni modo, no me supo querer… le he servido bien y me lo agradece con un tímido beso en la mejilla… otra vez el piquete en el ojo… batalla para acomodar la tapa de madera, trato de mirarlo bien por última vez… no siento rencor, prefiero quedarme con los buenos momentos: los baños en la tina, las tardes de fútbol y su torpe forma de hacer el amor que tanta ternura me causaba… ya casi no lo alcanzo a ver, el ruido de los martillazos retumba en mi interior… apaga la luz, todo queda en silencio… adios mi amor… otra vez el maldito pinchazo en el ojo… y la húmedad.

Esta vez el ajetreo ha sido menor y no ha durado tanto. Me siento un poco nerviosa. Sinceramente, no tengo ni la menor idea de lo que va a pasar. Estoy tan ansiosa. Oigo ruidos, alcanzo a distinguir algunas voces. Un aroma exquisito se cuela por entre las rendijas de la tapa de madera; también una luz tenue que no me deja ver mas que puras sombras. Siento un extraño relajamiento, debe ser la música. Nunca había escuchado algo así; no hay voces que cantan ni melodías tristes. Esto es distinto. Cada nota que se alza rasga el aire como si de navajas se tratara. Hace calor aquí adentro. Escucho sus voces, hablan de sexo, de mi. Los clavos de la tapa comienzan a ceder y de pronto quedo expuesta a sus miradas. Esta vez puedo ver todo con claridad. Ella esta sentada y tiene una copa de vino entre sus manos. Sólo lleva puesta su ropa interior, muy bonita por cierto. Él anda en bata y puedo adivinar que no lleva nada debajo. Miro hacia el otro lado de la habitación y veo una caja de madera, muy parecida a la mía. Un escalofrío recorre mi espalda, siento que mis entrañas se encojen y revolotean, que curioso, ¿a que se deberá? Se acercan a la caja y tiran de la tapa ya suelta. ¡No lo puedo creer!… ¡es lo más hermoso que he visto en mi corta vida!... Negro, musculoso y… ¡orale, extra grande!... tiene una mirada fuerte y segura… me mira y me sonrojo, él hace una mueca parecida a una sonrisa… nos acercan y mi corazón se quiere salir… nos acomodan en el sofá, nuestras manos se entrelazan y con ayuda, reconocemos nuestros cuerpos… ellos se unen a la acción; hacen una buena pareja… se acercan y me acarician amorosamente, él le susurra algo al oído y ella sonríe... el ambiente es agradable, se besan apasionadamente y se quitan la poca ropa que les queda... él esta completamente excitado y ella lo arenga con su boca; nosotros comenzamos a sentir calor… ella viene hacia mi y me desnuda, me besa en los labios mientras con su mano toma el oscuro miembro de mi nuevo compañero… su esposo se acomoda detrás de ella y la embiste… todo esto es nuevo para mí, sus formas, las maneras de besarme, de tocarme… pruebo el sexo de los tres, los saboreo... tan distintos y familiares a la vez… exploran toda mi piel, siento sus dedos dentro de mí, delicados, conocedores de los puntos exactos a tocar... terminamos los cuatro desnudos en la cama, haciendo el amor de mil formas distintas... las luces se apagan, ráfagas de mil colores distintos relampaguean en la osuridad… combinaciones de olores variados; dulces, agrios, todos igual de estimulantes… multitudes de manos que me embarran de ternura y vulgaridad; me gusta… trato de adivinar sus figuras en la penumbra… líquidos caen sobre mi… gemidos, respiraciones entrecortadas… luego, la calma.

Ya son dos meses los que llevo aquí y todo ha ido en ascenso. Estos locos son insaciables… cada día encuentran nuevas sensaciones, terminaciones nerviosas en donde no se imaginaban, existían… lo mejor de todo, es que mi novio y yo somos los invitados de honor… siempre tienen algo nuevo en mente y no temen experimentar… ellos me han enseñado cosas que no pertenecen a este mundo… me tratan bien, me bañan, me perfuman, cuidan de mi… perdón, ¿dije, mi novio?... jaja, se me había olvidado comentarlo… pues si, casi desde que llegó, iniciamos una relación… al principio yo estaba renuente; trataba de limitar lo nuestro al plano estrictamente carnal… pero él me fue ganando con su trato, con sus atenciones… es todo un caballero y siempre antepone mis necesidades a las de él… creo que estoy enamorada… a veces nos acomodan en una silla frente a la ventana y podemos observar como la vida pasa por la calle… tomados de la mano observamos a la gente, sus gestos, sus andares… vemos niños jugando y ancianos paseando… hasta el cielo se ve bonito desde aquí, no importa que esté nublado o lluvioso, para mi es perfecto… así pasamos los días, como una pareja normal… luego ellos llegan por la tarde y vienen por nosotros, los amantes dispuestos… en algunas ocasiones los acompañamos a la mesa y los miramos platicar, reírse; nosotros nos vemos de reojo y compartimos miradas cómplices; sonreimos también… luego, si estan cansados, simplemente vemos un rato la televisión.
Siento una paz inmensa, como si hubiera encontrado un hogar… es más, ya casi no me acuerdo de él… a veces hasta me cuesta recordar como era su cara… he aprendido tanto aquí, que no me imagino una vida fuera de estas paredes… van a decir que exagero pero incluso veo todo de un color mas vivo… yo me siento viva… estoy segura que ya no habrá más piquetes en el ojo ni lamentos… tengo el presentimiento de que esto apenas es el principio… estoy tan emocionada que quisiera poder gritarle a todo el mundo lo dichosa que soy… ahora si, todo esta bien, en orden. Ahora si es oficial: soy asquerosa e indecentemente feliz.

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