23.5.08

PA' ESTO NO HAY VACUNA...


Revisando mis archivos viejos, me topé con esto que escribí hace ya algún tiempo. Una historia con miles de protagonistas y nombres distintos.


LOS MALES CRÓNICOS

Carlos Román Cárdenas


Esto es para María Josefina Barrera Solís; así, con todas sus letras.


Híjole chiquitita, ‘ora si no te la vas a acabar… vas a ver la chinga que te voy a acomodar… ya te quiero ver… delirando y babeando de placer… ¡say my name, bitch!... ¡aijuesu!… ‘ora si me la bañé, me puse muy internacional… ha de ser la emoción… ya no has de tardar… he estudiado mis movimientos y ya tengo todo controlado… pero no te confundas eh, ésa vez que tiré las cosas en el WALMART no fue por los nervios; todo mundo sabe que los pinches pasillos están bien angostos y que muy a huevo caben cinco carritos a lo ancho… aún así, te aseguro que no me vuelve a pasar.
Todavía me acuerdo cuando estábamos en la secu; cómo me ponía cada vez que te veía… todo pendejo… y ni mencionar el día que quise declararte mi amor… ¡que bárbaro! Fue todo un “freak show”, lo más triste es que yo era el protagonista… nos quedamos solos en el salón, según yo pa’ tener mas privacidad… a los dos minutos ya estaban las ventanas colmadas de curiosos; de haber sabido, hubiera cobrado por el espectáculo… total, a la mera hora no supe que decir y salí con una pendejada, pa’ variar… y lo peor es que me siguió pasando… pasaban los años y cada que nos encontrábamos, yo volvía a comportarme como un estúpido… se me aceleraba el corazón, tartamudeaba y decía cosas sin sentido, sin chiste… y tu nomás te me quedabas viendo… con una mezcla de asombro y compasión… al final, terminabas por irte de nuevo y yo me quedaba otra vez enamoradísimo de ti… todo el camino de vuelta a la casa lo hacía en silencio, pensando… miraba por la ventana y hasta un pinche perro roñoso hacía que te recordara… llegaba a mi casa y repasaba todos los momentos, las palabras mal dichas, los torpes movimientos, todo… luego reflexionaba y me preguntaba el cómo era posible que te amara de ésa manera tan irracional, si ni siquiera te conocía bien... pero todo eso era antes mamacita… ahora ya lo superé y nomás quiero tener tu “puerquecito” pa’ sacarme ésa espina que traigo clavada… eso si… si estas gorda y mantecosa, te saludo cortésmente, nos tomamos un cafecito y emprendo la graciosa huída.
Y pensar que supe de ti de pura chiripa… pinche Marissa, ¿Quién iba a pensar que después de tantos años me iba a llamar? Pa’ acabarla, me dijo que era tu comadre… nunca lo hubiera hecho, me contó de tu divorcio y pa’ cuando acordé, ya tenía tu teléfono en mis manos… y no creas que te llamé luego, luego… no señor, esperé a que pasaran unos minutos… digo, tampoco creas que estaba muy ansioso por verte…

Soy un animal… que digo un animal, soy un perfecto imbécil… es más, si buscan en el diccionario la definición de imbécil, verán una foto mía junto a la definición… no lo puedo creer, lo volví a hacer… y yo que estaba tan seguro de mi, que hasta miradas cachondas le lanzaba a la mesera… definitivamente esto no estaba en el guión… nunca pensé que seguirías siendo perfecta… toda tu… tus rizos, tu sonrisa… tampoco pensé que al mirarte mi corazón se querría salir, como tantas otras veces… lo peor de todo, es que eso no fue lo más grave… todavía me quedaron fuerzas para tirarme el café y caerme de la silla… y otra vez tu te quedaste sentada, con ésa misma mirada asombrada y compasiva… sólo que esta vez no te fuiste… por el contrario, sonreíste y esperaste a que yo recuperara lo poco que me quedaba de dignidad… y yo que después de haber cometido toda ésa serie de estupideces todavía te espeté: “vamos a coger, ¿no?”
Soy un animal… definitivamente…

20 AÑOS ANTES…
Era el primer día de clases en la Secundaria Múgica. Hacía calor y los nuevos alumnos corrían de un lado a otro desconcertados, buscando su salón. Se respiraba un buen ambiente; nuevo, cambiante. Pasaron algunos minutos y cada quien se acomodó en su lugar. Era el principio de algo desconocido y fascinante.
En el fondo del salón, platicabas animadamente con tu amigo del alma. Y de pronto, entró ella… a cámara lenta y con sus rizos a contra luz. Entonces, todo cambió de color y tu vida se llenó de luz.




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