27.9.08

EL PREVENTIVO..... 3a. Parte.


EL PREVENTIVO
Carlos Román Cárdenas


4:27 P.M.

Poco después del arrollador triunfo de Arnulfo, él y su familia se dirigieron a una comida que les organizaron los vecinos de su colonia. Hubo cabrito en salsa y en sangrita, carne asada, frijoles a la charra, arroz, tortillas de harina y ríos de cerveza. Ya cuando pardeaba, la mayoría de la distinguida concurrencia se hallaba con media estocada dentro. En la mesa de honor, Don Epigmenio Carmona y Don Cipriano flanqueaban a su futura estrella. Un entusiasmado Arnulfo, seguía con atención las palabras de Carmona mientras sus ojos contemplaban el plato de cabrito casi lleno. –“Vas a ver muchacho, yo te voy a convertir en una estrella, ¡que Santo ni que la chingada!, vas a ser rico y famoso, las mujeres te van a perseguir a montones y tus películas le van a dar la vuelta al mundo; ¡nos vamos a hacer ricos, chingao!, ¡salud!”-. Los ojos del productor centelleaban cada que de sus labios salían elogios para el Preventivo; y más lo hicieron cuando llegó Rosita. Arnulfo se levantó de inmediato y besó a su novia. La mirada lasciva de Carmona trataba de adivinar las curvas bajo el vestido floreado, casi transparente de la curvilínea muchacha. Ella sintió la pesadez y se sintió incómoda; quiso disculparse y largarse de ahí, pero la insistencia de los empresarios y la mirada suplicante de Arnulfo, la detuvieron. Así transcurrió el resto de la tarde: entre elogios, litros de alcohol y el acoso insistente de Carmona hacia la pobre Rosita. Pronto, llegó la noche.

10:15 P.M.

Apenas pusieron un pie dentro del Imperial y una ovación ensordecedora los recibió. Todo se puso a modo: mesa enfrente de la pista y una botella de Chequers con aguas y hielo, todo por cuenta de la casa. El grupo disparó unas fanfarrias y Arnulfo tuvo que agradecer el gesto saludando a los presentes uno por uno, mesa por mesa. Por supuesto que Carmona aprovechó el momento para lanzarle toda clase de proposiciones indecorosas a Rosita. El viejo gordo y sudoroso se empeñaba en seducir a la muchacha que a punto estaba de vomitar los tacos de fajita. Las manos regordetas manoseaban sus muslos y trataban de ir más allá. Nunca la habían humillado de ésa manera; pero lo que más le podía era que su novio ni las manos metía. Por fin, Arnulfo regresó a la mesa y viendo que el acoso iba en aumento, sacó a su novia a bailar. Los ojos de Rosita echaban chispas del coraje. Nomás llegando a la pista le reclamó airadamente a Arnulfo su total indiferencia. El Preventivo estaba tan aturdido que no podía articular palabra; sólo le pedía paciencia a su novia bajo el argumento de que iba de por medio el futuro de los dos. Cuando dijo esto, Rosita se detuvo de golpe y todo el dolor de su mirada se clavó en la máscara anaranjada. Ella se dio media vuelta, regresó a la mesa y se sentó en el regazo de Carmona, quien no daba crédito a lo que pasaba. Sus ojos se clavaban en los senos de Rosita y sus manos nerviosas acariciaban a la joven. Desde la pista, Arnulfo sentía que la vida se le escurría. Quiso caminar, pero sus piernas no le respondieron. Ahí se quedó, en la pista, completamente solo; mientras en la mesa, Rosita dejaba que Carmona le metiera mano por donde le diera la gana. Del otro lado, el “cubitas” miraba mortificado y desviaba los ojos hacía Don Cipriano, quien ya estaba ahogado de borracho.

Todos los asistentes se fueron yendo y de salida aprovechaban para felicitar a Arnulfo; uno que otro le pedía una foto y éste accedía sin saber bien lo que hacía. Por fin pudo llegar hasta su silla, donde se desplomó pesadamente. Carmona le sonreía como agradeciéndole el gesto de cederle las generosas carnes de su novia. El Preventivo agachó la mirada y así se quedó durante las siguientes dos horas; tiempo que el libidinoso empresario aprovechó para saciar el hambre de su sexo decadente. Rosita tenía la mirada perdida, fija en la pista, donde el grupo ya entonaba algunos tristes danzones. Terminado el trance, Carmona se acercó a Arnulfo y le dijo al oído: -“Tu novia es una muchacha muy generosa, debe quererte mucho… felicidades muchacho, mañana firmas tu contrato”-. Dicho esto, se fue tambaleando, ayudado por el “cubitas”, que apenas si lanzó una mirada piadosa al luchador. Rosita también se dirigió a la salida y paró un taxi; detrás de ella venía Arnulfo corriendo, pero solo alcanzó a ver los ojos llorosos de su novia que se perdía con todo y carro entre las oscuras calles de la zona rosa.

Arnulfo no lo sabía, pero ésa sería la última vez que la vería. El recuerdo de los ojos de Rosita lo perseguiría por siempre...


CONTINUARÁ....


24.9.08

Night - Nite

Teté Tovar

De pronto están ahí, un par de ojos café intenso mirándome fijamente, sonrío y me acerco a ti aspirando tu aroma a sal, a mar. Tus manos se deslizan hacía mi, suben y bajan causando un torrente de sensaciones inquietantes, desconcertantes. Te conozco tan bien, me eres tan familiar que me dejo llevar por tus susurros, por tus murmullos. Apenas empieza a caer la tarde sobre la terraza de madera, las aguas frente a nosotros se entrecruzan como se entrelazan nuestros cuerpos sobre esa cama tan ardiente, tan húmeda de mí, tan apasionante de ti. Los minutos nos van alcanzando y la oscuridad empieza a entrar por la ventana, es intimidante tu desnudez, sólo quiero tocarte pero mis manos se derriten antes de alcanzar la tersura de tu piel. Esta cama es tan grande, tan inmensa que siento que me voy perdiendo en ella entre gemidos que no se callan, entre las sabanas que se enredan entre nuestros cuerpos ávidos de sudores, ansiosos de caricias, deseosos de llenarse uno del otro. El viento quiere entrar, golpea y golpea las ventanas como queriendo compartir tus labios sobre mi boca, tan suave roce, tan fresca sensación. Mis manos sobre tu espalda, acariciando tus sensaciones, buscando tus emociones. Me buscas en la obscuridad, en estas tiniebla que nos rodean. Sonríes en la penumbra y me dices que quieres verme, te contesto que me aspires, me absorbas, que sientas lo que provocas en mi. Me abrazas y entras en mí lentamente, como si la rapidez no existiera. La lluvia comienza a caer sobre la arena allá afuera, la moja lentamente. Igual empiezo a sentir que sientes, a compartir lo que deseas, paso mis manos por tu cabello que brilla un poco en esta oscuridad que nos rodea. Tu aroma, quiero adivinar tu aroma escuchando tus gemidos, tus medias palabras entre bocanadas de aire.

La oscuridad ha caído por completo entre nosotros, ha penetrado cada pequeño recoveco que queda entre tú y yo. Me pego a ti lo más que puedo, quiero sentir tu tibieza, necesito creer que estoy aquí contigo después de tantos momentos, después de todo este tiempo, después de tantas palabras. Sigues dentro de mi alma, de mis sensaciones, pretendes dejarme pero no puedes, sigues sintiéndome tan cerca de ti que sólo puedo percibir tu tibieza, tu fuerza. Sigo contigo, estoy en ti, las horas han pasado sobre nosotros. El agua ha dejado de caer afuera, nos invade un poco de serenidad entre tanto rumor, la danza aminora un poco su ritmo, pero no termina. Las caricias, los roces siguen su curso, son como ríos que fluyen libres por tu cuerpo, por tus sentidos. Los aromas nos inundan, a mar, a sal, a todo lo que queda libre después de tantos segundos acumulados. Afuera la noche va cediendo, entre nubes pasan los primeros rayos de sol. Empiezas a aumentar el compás, no puedo emitir palabra, mi sonrisa aflora y mis gemidos emanan de lo más profundo de mis sentidos. Tiemblas, me estremezco, susurras que quieres verme y te digo de nuevo que uses el resto de tus sentidos, pero la vista…la vista guárdala para mañana. Sonríes de nuevo y murmuras…hoy es mañana.

19.9.08

EL PREVENTIVO... 2da. Parte


EL PREVENTIVO

Carlos Román Cárdenas


10:51 A.M.

El trayecto al estadio fue toda una romería. La gente estaba formada al paso de la caravana de Arnulfo y compañía. Parecía la visita del papa. Cientos de niños con su máscara naranja, gritaban a todo pulmón mientras llovían papeles de colores y vítores. En un semáforo, una viejita se acercó a la estaquitas Nissan de Don Panchito y le regaló una imagen de la Virgen Del Chorrito a su ídolo. Arnulfo estaba emocionado. Nunca soñó que iba a ser profeta en su tierra. Desde niño esperó este momento de gloria, y ya lo sentía al alcance de la mano; tan nítido.

Era tanto el aglomeramiento, que Arnulfo tuvo que bajarse de la camioneta y aventarse a pie casi doscientos metros. Aquello era algo nunca visto. Épico. El ídolo reynosense llegó al estadio cubierto de flores y medallas de todos los santos. En cambio, el pobre Mil Máscaras pasó desapercibido; ni siquiera mereció un huevazo o una mentada de madre. Nada. En su improvisado camerino, trataba de encontrar una explicación a tanto alboroto. Estaba muy confundido. Muchos dicen que cuando subió al ring, tenía la mirada perdida, como venado lampareado.

La lucha estaba programada para la una de la tarde; sin embargo, El Preventivo vino pisando la lona hasta ya pasadas las dos. El sol caía a plomo, pero la gente ni se movía de sus lugares. En ring side, ya estaban acomodados Rodolfo Carmona y Don Cipriano. El pobre “Cubitas” iba y venía con vasos de cerveza para sus patrones. En fin, todo estaba listo y la gente amontonada en sus lugares. Yo les podría contar lo que sucedió después, pero mejor dejemos que los que saben de eso, lo hagan por mí.

A continuación, una transcripción de un fragmento del audio original, narrado por el doctor Alfonso Morales y Pedro “El Mago” Septién:


ALFONSO MORALES: Muy buenas tardes a toda la República Mexicana… estamos hoy aquí, en la pujante ciudad de Reynosa Tamaulipas, para llevarles a todos ustedes la transmisión de un evento que ha acaparado la atención de los aficionados al arte del pancracio… me permito saludar a mi amigo y compañero, Don Pedro “El Mago” Septién…


PEDRO “EL MAGO” SEPTIÉN: Muchas gracias doctor… Así es, hoy estamos aquí en esta ciudad fronteriza para presenciar un hecho histórico e irrepetible… porque, déjeme decirle doctor… la lucha es más que un simple choque de gladiadores… es espectáculo de masas, es circo aéreo, es la conjunción entre la realidad y la fantasía, entre lo etéreo y lo terrenal… es la física elevada a su máxima expresión…


A. MORALES: Tienes toda la razón, Mago… ¡ahhh! ¡¿Pero que está pasando?!... ¡El Preventivo ha subido al ring convertido en un completo energúmeno!... ¡le está propinando una severa tunda a Mil Máscaras y éste ni las manos ha metido!... ¡ahhh! ¡Le va a aplicar la preventilina! ¡Su especialidad! ¡Que bárbaro!... ¡Esto es un pandemónium!... ¡Uno, dos, tres, y la primera caída es para El Preventivo!... Voy contigo Mago…


MAGO: Gracias doctor… Pues debo confesar que nada nos había preparado para lo que estamos presenciando esta tarde… Mi corazón esta tan agitado como aquella vez, en la que el legendario Babe Ruth, el bambino de oro, señaló a la tribuna antes de conectar un cuadrangular… Aquí la gente esta delirante, viviendo en la histeria, envuelta en el éxtasis que sólo pueden provocar las grandes leyendas, ésos seres que nos asombran y nos maravillan con sus proezas… Doctor, creo que hoy estamos presenciando el nacimiento de un ídolo…


A. MORALES: Así es, mí querido Mago… Hoy, el mundo de la lucha se rinde a los pies de éste muchacho oriundo del barrio bravo de la colonia Aquiles Serdán y orgullo de la ciudad de Reynosa, Tamaulipas… por cierto, en sus ratos libres es policía, de ahí su nombre de batalla… pero volvamos a la lucha, el Mil Máscaras yace tendido sobre el cuadrilátero con el rostro ensangrentado, en fin, todo esta listo para que dé inicio la segunda caída…


MAGO: Todavía recuerdo aquellos años en los que la lucha libre era un deporte que daba sus primeros pasos… Recuerdo también con gran cariño a Don Salvador Lutteroth, quien en una ocasión me dijo que este deporte iba a llevar multitudes a las arenas… Hoy, nos damos cuenta que Don Salvador no andaba tan equivocado… Y es fácil de comprender… La lucha libre es capaz de transportar a la gente a mundos jamás imaginados, hace que por un instante el hombre vuelva a ser niño y el niño sueñe con ser hombre; todo esto y más es la lucha libre doctor…


A. MORALES: Muchas gracias a Don Pedro “El Mago” Septién por ésas palabras tan hermosas… El referí va a revisar que todo se encuentre en orden… Parece que Mil Máscaras ya esta recuperado, pero ¡aaahhhh! ¡No ha terminado de sonar la campana y El Preventivo ya esta otra vez castigando severamente a Mil Máscaras! ¡Lo tunde de lado a lado del ring de una manera despiadada! ¡baaam! ¡Lo azota contra las cuerdas y lo lanza afuera del cuadrilátero! ¡Siiiii! ¡¡Escuchó usted bien!! ¡¡¡Afuera del cuadrilátero!!!... El referí comienza la cuenta reglamentaria de los veinte segundos… ¡Pero eso no va a ser necesario! ¡Mil Máscaras se ha ido corriendo por el pasillo! ¡Ya no quiere saber nada! ¡Se ha ido a comprar chocolates a Timbuctú!... ¡Señores y señoras, tenemos nuevo campeón mundial! ¡Reynosa tiene nuevo campeón mundial!... Vamos contigo Mago…


MAGO: Pues doctor, todavía no salgo de mi asombro… yo creo ninguno de nosotros estaba preparado para tal desenlace… la demostración que ha dado El Preventivo es, sin temor a equivocarme, una de las más grandes exhibiciones que he presenciado a lo largo de toda mi carrera… estamos presenciando el despertar de algo muy grande, la irrupción de una estrella… una erupción endemoniada vestida de naranja y negro… esta sorpresa es solamente equiparable a aquella ocasión en la que entré al camerino de Tinieblas y él no estaba ahí… solamente estaban los lentes del doctor Alfonso Morales…


  1. MORALES: ¡Ahhhhh!... ¡Maaagoooooo!...

Uno hubiera pensado que a partir de ése momento, la carrera de Arnulfo subiría como cuete en plena celebración de independencia, todo mundo pensó lo mismo. Incluso después de ésa noche hasta el presidente municipal, en un exceso de euforia y alcohol, planeaba cambiarle el nombre al boulevard Hidalgo por el del Preventivo; y créanme, la gente lo hubiera apoyado. Así de exagerada era la “preventi-manía”.

Desgraciadamente, el destino le tenía preparado algo muy distinto al pobre Arnulfo...


CONTINUARÁ....

14.9.08

EL PREVENTIVO...... 1a. Parte


EL PREVENTIVO
Carlos Román Cárdenas



Noviembre, 1986. Reynosa, Tamaulipas.
La gente estaba como loca. Viejos, jóvenes, ricos, pobres, santos, putas y conexas; la ciudad entera. Nadie, absolutamente nadie había podido escapar a la magia que rodeaba al ídolo de la colonia Aquiles Serdán, honesto policía, e hijo predilecto de la ciudad de Reynosa: Arnulfo Morales, mejor conocido en el fascinante mundo del pancracio como El Preventivo. Si señores. Por fin había llegado el día esperado. Incluso, era tanta la expectación, que el evento había tenido que cambiarse de la Arena Coliseo, al estadio López Mateos. Atrás había quedado la desilusión que había dejado la Selección Nacional, su dolorosa eliminación a manos de Alemania en el Mundial de fútbol, y los pinches penales. Aquí eso estaba más que olvidado. En la región todo era entusiasmo y alegría. Vino gente de todos lados; de Monterrey, del Valle de Texas, incluso uno que otro chilango aficionado de hueso colorado. No era solo la pelea por el campeonato mundial de lucha libre contra Mil Máscaras. Además, habían venido algunos productores de cine a ofrecerle al Preventivo, ser la nueva estrella del celuloide nacional y el artífice de la resurrección del cine de luchadores. El mismísimo sucesor del Santo; ni más ni menos. Como comprenderán, la emoción estaba a flor de piel…

10:02 A.M.
En el lobby del Hotel Astromundo, Epigmenio Carmona miraba con impaciencia su reloj. Desde hacía más de una hora debían haber ido por él, y para ser sinceros, Carmona no era una persona muy paciente que digamos. Desde muy joven había incursionado en el mundo del cine de la mano de su tío, el famoso productor Rodolfo Carmona. Siempre, desde jovencillo tuvo buen ojo para descubrir nuevo talento y esperaba que esta vez, su buen ojo tampoco le fallara. Hasta México le habían llegado informes sobre un modesto luchador que iba ascendiendo vertiginosamente. En el norte del país, El Preventivo ya era toda una leyenda y en la cabeza de Carmona solo rondaba la idea de proyectarlo a niveles insospechados. Hacía tiempo ya que el cine de ficheras había invadido la escena y mucho más que Producciones Carmona no se anotaba un éxito. En eso y en otras cosas estaba pensando el ilustre productor cuando por la puerta entró apurado su sudoroso y regordete achichincle, el licenciado Cortina; el “Cubitas”, para los amigos. –“Ándele licenciado… apúrele, que Don Cipriano ya nos esta esperando en el carro y hace un chingo de calor…”- Le dijo un agitado “Cubitas” que, evadiendo la mirada furiosa de su patrón, levantaba su pesado portafolios. –“¡¿Po’s donde chingados andaban?!...”- gritaba Carmona. –“En el camino le explico… ya ve como es Don Cipriano… fuimos a llevar a las viejas que se quedaron anoche y po’s ya sabe… al canijo se le antojó aventarse otro palito…”- trataba de explicar el “Cubitas” mientras ambos enfilaban hacia la salida.

10:34 A.M.
La preparación de Arnulfo Morales para este gran día, había sido casi un ritual. Muy temprano, su mamá le había preparado un machacado con huevo, tortillas de harina y unos frijoles bien chinitos; claro que no podía faltar la salsa molcajeteada que le preparaba Rosita, su adorada novia. De tomar eligió un vasote de Choco Milk. Cabe señalar que a sus veintiocho años, El Preventivo todavía era en gran parte, un niñote.
Su papá lo miraba orgulloso mientras desayunaba; pensaba en lo afortunado que eran de haber tenido un hijo como Arnulfo; noble, trabajador, honesto, y ahora, hasta famoso. Don Panchito siempre había sido muy sentimental y al contemplar embelesado a su hijito, pues poco faltaba para que se le salieran algunas lagrimillas. Arnulfo lo veía de reojo y sonreía. –“Ya no me dé mas tortillas amá… no quiero guacarear al Mil Máscaras…”- Rogaba Arnulfo. –“Si es cierto vieja… ¿no ves que luego tu hijo no se va poder aventar la “preventilina?…”-, le secundaba Don Panchito. Total, quince tortillas de harina después, Arnulfo se asomó por la puerta ya transformado en “El Preventivo”. Apenas puso un pie fuera y tronó una ovación. Ahí estaban todos los vecinos. De entre ellos, apareció Rosita. Casi como un ángel. Bueno, como un ángel; pero medio cachondón...

CONTINUARÁ.......

7.9.08

Fabiola

Teté Tovar

Esta historia pudo haber sucedido en cualquier otra parte, pero sucedió aquí, en este barrio de la capital chilena. Ese hombre caminaba solo por la calle desierta, temprano en la mañana llevando el pan a quien quisiera comprarlo. Cada día en una de las esquinas lo esperaba ella, menudita y simpática, tenía más o menos ocho años y estaba siempre ahí, sentadita en la banqueta. Don José (por ponerle un nombre) le sonreía amablemente dándole el pan en la mano, ella lo tomaba alegre, le daba el dinero y se iba corriendo perdiéndose en el edificio. Don José continuaba su camino.

Esta niña de nombre Fabiola tenía en su haber innumerables travesuras, pero aún así era la favorita de su mamá, esto ponía celosos a sus hermanos mayores pero ella ni cuenta se daba. Era feliz en su reducido mundo en el barrio de Concha y Toro cerca de la plaza de la Libertad de Prensa corriendo por las calles empedradas sin detenerse para ver si vienen carros “¿cómo estay?” grita al pasar cerca de cualquiera que se cruce en su camino. Así era su vida, sencilla sin preocupaciones.

Una mañana de verano cerca de la navidad, Fabiola salió fiel a su costumbre para ver a Don José y comprarle el pan. Pero él no apareció, ella esperó y esperó sentadita en la banqueta guardando el dinero en su puño. Como no sabía estarse quieta y tampoco quería quedarse sin su pan del desayuno, decidió ir a la panadería a buscarlo. Cuando llegó ahí se quedó parada frente a la puerta, no podía entrar, estaba cerrado y en el marco de ésta colgaba un anuncio que explicaba su ausencia; no entendía que sucedía pero algo malo intuyó. Corrió a su casa a decirle a su mamá que no habría pan hoy pero para su sorpresa lo había, justo sobre la mesa estaba servido. Su mamá estaba sentada a la mesa rodeada de sus hermanos, se le veía triste. No entendía que pasaba. Ella se volvió a mirarla pero no le dijo nada.

Al día siguiente Fabiola se levantó justo cuando el sol salió, se aseo y salió corriendo tomando el dinero del día anterior. Se sentó en la banqueta a esperar a Don José, quien minutos más tarde llegó y pasó de largo junto a ella sin verla. Fabiola se quedo triste viendo como se alejaba de ahí. Caminó a su casa a decirle a su mamá pero nuevamente había pan sobre la mesa. La niña no entendía que sucedía. Esa tarde vio salir a su mamá y fue tras ella en silencio. Bajó las escaleras y salió del edificio. Ella continuó por la calle Alameda llegó al metro y se fue. La niña tomó el camino de regreso a casa; cuando entró vio a sus hermanos sentados frente al televisor pero no habló con ellos, fue directo a su habitación y se encerró.

Empezó a buscar sus muñecas para jugar pero no las encontraba por ningún lado, buscó debajo de la cama, dentro del clóset, por todo el cuarto pero no las encontró. Iba a preguntar a sus hermanos cuando una caja junto a la cama de su mamá llamó su atención, así que fue a ver que había dentro. Su sorpresa fue enorme, todas sus muñecas estaban ahí, cuidadosamente acomodadas. No quiso sacarlas, mejor esperaría a su mamá para preguntarle. Mientras esperaba se quedó dormida. La despertó un portazo, era ella “niños lávense las manos porque vamos a cenar” dijo al entrar. Fabiola se levantó y fue al baño, sus hermanos estaban ahí “hazte a un lado” dijo uno de ellos, Fabiola se movió de ahí, “¡que te quites!” repitió su hermano, “pero si ya me quité” chilló Fabiola. Todos salieron corriendo rumbo al comedor en donde los esperaba la mesa servida, “siéntense y dejen de pelear” Fabiola respondió “si mamá” pero ella no volteó a mirarla. Se sentó en la silla junto a ella y empezó a cenar en silencio. Ella sólo los observaba. Al terminar de cenar su mamá les pidió que levantaran los platos mientras ella fue a su habitación, Fabiola fue tras ella pero cuando llegó a la puerta que estaba a medio cerrar, vio a su mamá sentarse en la cama, abrir la caja y tomar sus muñecas. La niña no entendía que le pasaba pero prefirió volver a la cocina con sus hermanos. Éstos estaban terminando de acomodar y limpiar “ya es hora de ir a dormir” les dijo Fabiola, ellos sin voltear a mirarla salieron de la cocina y entraron al baño para lavar sus dientes. Como su mamá ya no salió del cuarto, todos se fueron a dormir, incluida Fabiola que se fue a su cama sin sus muñecas.

En la calle de Maturana salía el sol cubriendo balcones, entrando por las ventanas. Fabiola abre los ojos y observa el techo. No tiene ganas de levantarse hoy, su mente infantil ha decidido quedarse en la cama. Escucha a lo lejos las voces de sus hermanos, la dulce voz de su mamá en la cocina. Estos últimos días han sido tan extraños.

Lorena, así se llama la mamá de Fabiola, está sentada al pie de su cama con una caja en el regazo. Con sus manos acaricia las muñecas que dejó sobre el suelo aquél día que salió tras ella. Esa tarde en que Fabiola desapareció al doblar la calle de Alameda poco antes de la estación del metro. Todos en el barrio la buscaron, nadie la encontró. Lorena piensa que en donde quiera que esté, ojala esté bien.

Fabiola despierta sola, se queda mirando el techo de su habitación, “Fabiola, ven a desayunar, se enfría” se escucha una voz. La niña se levanta y sale corriendo del cuarto, se sienta a la mesa “mamá, ¿qué día es hoy?” pregunta con una sonrisa “es tu día, hoy cumples un año más de haber llegado a mi vida”. Fabiola no hace más preguntas, toma su desayuno y se queda sentadita ahí observando a su mamá, ella no hace más que mirarla y sonreír. Todo parecía tan lejano, su mundo se cerraba aquí, en esta mesa. En este lugar del que nunca se ha alejado, del que nunca se alejará. En esta casa con balcones llenos de historias que se entretejen para reunirse en esta plaza, en este barrio que puede estar en cualquier parte pero está aquí. Todo fue como un sueño, un pestañear en esos ojos de niña, Fabiola en silencio se sienta en la banqueta a esperar.