19.6.08

AY AMOR, COMO ME HAS PONIDO...


POBRECITA SOLEDAD

Carlos Román Cárdenas


“Generalmente comienza con un sueño. Estoy en algún lugar que ni conozco, en otro planeta, o en mi casa. Tú estas conmigo, eso es seguro. Casi siempre llevas un vestido azul; como en las caricaturas, en donde los personajes siempre andan vestidos de la misma forma. Así tú, siempre andas igual. No se si estamos casados, si somos novios; es más, a veces ni contacto físico hay. Lo que si se es que en ésos sueños, siempre estoy profunda e idiotamente enamorado de ti. Lo de idiota, no me molesta. El amor es idiota. Lo de estar perdido, es diferente. Eso de no hallarme sin ti, si me mortifica pa’ que veas.
En ésos mentados sueños, yo casi nunca hablo. En cambio, tú te desvives contándome cosas sin sentido. No me importa. Yo sigo el movimiento hipnotizante de tus labios, tu voz ronquita. A veces, estamos acostados. No, no seas malpensada. No hablo de sexo. Si fuera eso, no sería nada que mi mano no pudiera resolver; desafortunadamente no es así. Me abrazas, siento tu calor. Hundo mi cara en tu cuerpo y te respiro. Tus manos, tu risa contenida de perro pulgoso, todo es perfecto. Nos miramos a los ojos. Te beso. Sabes a dulce en polvo, de ésos que vienen en popotes gigantes. Tu te retiras y dices: -“¡Guácala!”-. Debo saber muy feo. Despierto…”
Suena el despertador y él medio abre un ojo. Inmediatamente siente una punzada. Le duele tanto, que no sabe exactamente de dónde proviene. Sin embargo, ése dolor ya le es familiar. Viene cada determinado tiempo, puntualito, como una menstruación. Afortunadamente, ésa desagradable visita se ha ido espaciando cada vez más. Supone que es la menopausia cardiaca. Pero no se dejen engañar; dichos embates son furiosos, despiadados, paralizantes. Debe ser la certeza de saber que van de salida; por eso tanta violencia.
No se levanta. Mira en la pared los patrones que dibuja el sol. Rayita, agujero, rayita. Su cerebro ha elegido las canciones más tristes para el “soundtrack” de ése día. Una canción desgarradora tras otra; “pinche cerebro mamón”, piensa. No va a ser un buen día, nunca lo es cuando la sueña. Sabe por todo lo que tiene que pasar; ya conoce la rutina. Sabe que en ésos días casi no ríe, pues nada le causa gracia. Prenderá la computadora con la esperanza de encontrar el correo que tanto ha estado esperando. No habrá nada. En un día cualquiera, vería algo de pornografía. Hoy no. No lo disfrutaría. En cada “de a perrito”, en cada mamada, en cada chorreada abundante, los vería juntos. Entregándose, chupándose, babeándose, viniéndose. Demasiada información. Tratará de distraerse, quizá vaya al cine, al centro comercial o a un barecito; será inútil. Hasta el perro que mea en la banqueta le hará recordarla. Llegará a su casa y prenderá la televisión. Ya tarde le dará sueño y se irá a dormir. Al día siguiente despertará como si nada, su periodo habrá terminado. A ver como le llega el próximo mes, o cuando se le antoje venir.

UN TIEMPO DESPUES….

Se endereza y mira la cama vacía. Imagina su silueta, su sonrisa perezosa. Pero ella no esta ahí. Ella está a su lado, pegadita, como una rémora; como una sanguijuela, para precisar mejor. Lo sigue al baño, aferrada. Observa todos sus movimientos, como se rasura, como caga. Siempre pensativo, con el rostro duro y el ojo rojo. Abre la regadera y el chorro la diluye un poco. El agua se la va llevando. Poco a poquito. Cuando sale a vestirse, retoma un poco de fuerza, como los huracanes cuando salen a mar abierto. Luego se vuelve a debilitar y entonces, ya no duele tanto. Para el desayuno se va convirtiendo en otra anécdota más, y por mucho que grite y quiera llamar su atención, él ya no la escuchará. Toma las llaves de su carro y sale de la casa, ella se queda. Lo mira por la ventana, desaparece. Pobre soledad, que solita se queda…

1 comentario:

Azeneth dijo...

Felicitaciones! Es un logro narrativo importante. Me sigue haciendo ruido lo prosáico. Pero si ese es tu sello, va. Hay un par de acentos ausentes.

Un diploma por perseverante.
:-)