Este es un pequeñito cuento infantil que escribi pa' un hijo adoptivo que tengo en Mérida...
Si, de veras, yo lo conocí desde que era chiquito. La verdad, yo siempre le vi facultades. Tendría unos cuatro años cuando tocó su primer balón y desde entonces tenía un toque endemoniado; tiró a puerta y no solo se llevó de corbata al pobre portero, también perforó la red. Por ahí algunos exagerados dicen que el balón llegó hasta Cancún, pero yo siento que esos son puros cuentos. En fin, nomas vieron que el chamaco tenia aptitudes y luego luego lo reclutaron para la escuela de futbol Chac Mol, ésa la del monito acostado, de donde salieron Ponciano “El Tronco” Pérez y “
Pero como todas las historias buenas, ésta tambien tenía su lado oscuro y trágico. Resulta que en el futuro del prodigio en ciernes, ya se vislumbraba toda una serie de disputas legales e intervenciones de varios promotores ambiciosos. Algunos actuaban de buena fé, y otros tantos sólo lo veían como una solución a sus problemas. Tal era el caso de un tal Tiburcio Román, un mercenario del norte, un apostador empedernido y mal jugador, para acabarla de amolar. Según él venía en representación del Arsenal, de
Pasaron los años y el Kike siguió cosechando triunfos y despedazando récords. Toda la prensa en general especulaba sobre cual seria el destino de la súper estrella. Pero Kike no se acongojaba en pensar en ello. Él tenía bien claro su destino; sólo pensaba en dos colores: el azul y el azul celeste. Enterados de lo anterior, tanto el Cruz Azul, como los Venados de Mérida, enviaron representantes a tratar de convencer a la joven promesa de ingresar a sus filas. Yo se que usted no me va a creer, pero aquí es donde la historia se convirtió en algo fuera de este mundo. Resulta que Kike decidió firmar por los dos equipos de sus amores. Si, entendió bien. Todos los fines de semana, “Super Kike” jugaba dos partidos. El problema vino aquel verano del 2014, cuando los dos equipos se enfrentaron en la final del campeonato mexicano.
¿Qué si jugó para los dos equipos la final? Claro, el partido quedó 23-23, con 46 goles del gran Kike. ¿Qué le puedo decir? Kike era demasiado Kike.
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